la historia de la escalera de incendios

Frío, frío, frío.....-15ºC y bajando, hoy si que está haciendo frío de verdad, ahora me creo que estoy en Canadá.

La escalera de incendios (segundo cuento de las aventuras de Aida en Toronto):

Érase una vez en un edificio de Toronto que para entrar a trabajar necesitas una tarjeta identificativa que permite abrir las puertas de nuestra planta y las puertas de entrada y ascensor a partir de determinadas horas del día y en fines de semana. Pues bien, para ir buscar hielo tenemos que bajar a la 14 planta y hay dos caminos: el camino más largo pero más utilizado por la salida general del laboratorio y cogiendo el ascensor o.... el camino más corto por la salida de emergencia bajando por las escaleras. Por el primer camino siempre te encuentras gente y no necesitas la tarjeta...en cambio por la escalera de incendios para entrar en ella no hay problema pero para salir de ella necesitas la tarjeta que has de pasar por un lector....así que ya os podéis imaginar, Aida se fué a por hielo y sin la tarjeta, así que cuando llegó a la 14 planta no pudo entrar en el laboratorio donde cogemos el hielo, así que subió de nuevo a la 15 y no pudo entrar, se había quedado encerrada en la escalera de incendios, entre el piso 14 y el 15. ¿Cómo solucionar este embrollo?, dos opciones, bajar andando 15 plantas hasta salir a la calle... paliza, paliza, o a través de la miniventana de la puerta y gritando un poco intentar que alguien se diese cuenta de que estaba encerrada (la puerta es gruesa y aisla el sonido)... no sé cuánto tiempo lo estuvo intentando, esta vez fué un vecino del japonés de la primera historia (este creo que era chino) el que pasaba por allí, el cuál de repente se encontró con una cara pegada a un cristal y diciendo algo en un idioma que no entendía....ábreme la puerta por favor, estoy encerrada, o quizá lo dijo en inglés (lo dejo a la imaginación del lector). De ahí pudo pudo nacer una buena amistad....aunque viendo como son los chinos, con la sonrisa que desde hoy le dedica a Aida cada vez que se cruzan se puede dar por satisfecha.

La historia del sujetador va a tener que ser Aida quién os la cuente, no fuí testigo directo (vale de esta última tampoco, pero es que tiene muchos detalles que yo me perdí....), yo estuve esperando como una hora a que apareciera, incluso tuve que llamarla por el móvil para ver que estaba pasando... así que animadla a que la escriba.